El Chico que se Cose la Mano

David Catá

Estudio 22. Textos. 
David Catá. El Chico que se Cose la Mano /1
Estudio 22. Textos. 
David Catá. El Chico que se Cose la Mano /2
© David Catá. A Flor de Piel, 10. Papá. 2013

Desde muy pequeño he estado interesado por el mundo de la música y el arte, desarrollándose en mi una necesidad imperiosa de expresarme a través de estos lenguajes, que me hacen expulsar todo lo que ronda por mi cabeza. Poco a poco, con la madurez, estos lenguajes fueron formando parte de mi día a día, de mi forma de ver el mundo, de sentirlo y admirarlo.

Mi vínculo con la costura existe desde que tengo uso de razón, dado que mi madre es costurera y desde pequeño la he visto realizar multitud de encargos. A pesar de que nunca tuve especial interés en aprender a coser, de un modo u otro marcó mi infancia. Recuerdo que solía coger sus agujas y jugar a perforar la piel de la yema de mis dedos.

Hace ya 8 años de aquel primer retrato que cosí en la palma de mi mano, “Mi hermano Javi”. Cuando esto ocurrió, sentí emociones contradictorias: por un lado, me sentía bien, pero por otro lado miedo. Por ese motivo, decidí dejar de lado el proyecto y no llevar a cabo ningún retrato más, pero esta determinación duró tan sólo un par de horas. Volví a enhebrar la aguja y me puse a coser el retrato de mi prima María en la otra mano. Una vez finalizado, fotografié ambas manos y se los enseñé a la que era mi tutora, Beatriz (retrato número 19 del proyecto), por aquel entonces cursaba el máster fotográfico Concepto y Creación en la escuela EFTI. Le manifesté mi hallazgo ilusionado y confesándole también mi preocupación; ¿Qué pensaría la gente? ¿Me tacharían por loco?

Pasaron unas semanas y mi necesidad de retratar y plasmar con mi cuerpo mi diario personal seguía latente a pesar de los miedos. Fue ahí cuando me di cuenta de que me debía olvidar del “qué dirán”. Retraté a mi madre, a mi bisabuela,… Cada vez los retratos eran técnicamente mejores y más elaborados. Dos años después, ya había realizado diecinueve retratos. Los iba subiendo poco a poco a mi web y colgando alguno de vez en cuando en mi página de facebook, sin ninguna pretensión más allá de la de mostrar mi trabajo y contar la historia emocional que se escondía tras la acción de intervención en la piel.

Todo cambió cuando una mañana de viernes, al despertarme, un medio de comunicación importante se había echo eco de mi proyecto, publicando un bonito artículo sobre mi trabajo. A raíz de esta publicación mi cuenta de gmail enloqueció: no paraba de recibir correos de gente interesada en el proyecto, proponiéndome entrevistas en periódicos de todo el mundo, televisión y radio. La verdad, me pareció una buena oportunidad de mostrar mi trabajo.

Comencé a responder uno a uno los correos y a observar las reacciones que producían los artículos que se publicaban. Había mensajes de todo tipo; gente que compartía conmigo sus impresiones al conocer el proyecto y lo que despertaba en ellos, opiniones muy diversas, cosa que me encanta, el arte consiste en despertar y compartir emociones. Sin embargo, me llamaban especialmente la atención la cantidad de comentarios ofensivos y poco respetuosos que publicaban en las redes algunas personas ante un acto que se escapaba a su entendimiento. Esto me hizo darme cuenta de que el miedo a lo desconocido y a lo que se aleja de lo que se considera “normal” puede llegar a despertar en el ser humano sentimientos perjudiciales para la sociedad.

Poco a poco, las entrevistas empezaron a ser más abundantes y, algunas de las propuestas que llegaban a mi correo, cada vez eran más disparatadas. Entre las más locas estaba la de viajar a diferentes países y crear un show consistente en coser la mano de sus presentadores de televisión o, incluso, retratar a gente famosa garantizándome que eso me haría más popular.

Estos mensajes me entristecían, mi trabajo no consiste en un juego; estos medios se quedaban en lo superficial de la acción, en el morbo, sin indagar en lo que se esconde tras la acción, estas propuestas me harían más popular, pero a un precio alto que no estaba, ni estoy, dispuesto a pagar. Siempre he tenido muy claro el mensaje de mi trabajo y lo que quiero que llegue al espectador.

Creo que el arte; en todas sus posibilidades, debe ser sincero y, la sociedad muchas veces se encarga de cuestionar y poner en duda nuestra credibilidad.

¿Qué es estar loco? ¿No encajar en los cánones establecidos?

Puede que esté loco, pero si estarlo significa ser fiel a uno mismo, me encanta.

David Catá

© David Catá. 2017
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