Siempre he sentido una profunda admiración por la belleza, por esa belleza extraña, diferente a la común o neutra y que reluce en medio de la oscuridad.
Para mí, la distribución de la luz es esencial, no como un proceso de iluminación, sino de acotación de los objetos. El misterio como interés estético y el medio pintura como estado de suspensión de la imagen en el tiempo y el espacio son las dos cuestiones que busco con la dramatización de la luz en la simulación de volúmenes. Estos volúmenes proceden de patrones universales que recojo del mundo natural y ficticio, que a su vez se funden y se fragmentan a diferentes distancias en el paisaje imaginado.
Mi intención es la representación con cierto efecto verosímil de lo desconocido, como un acercamiento a lo inalcanzable y lo extraordinario.