Hay que orientar los ojos, darle un ángulo a tu mirada, comprender que uno es el mismo pase lo que pase en su fondo, en el tiempo transcurrido, pero no es verdad, no es toda la verdad porque todo va cambiándonos y lo que somos seguirá siendo una suma, un tiempo que se estira y nos abraza y así como en un corazón o un cuerpo cualquiera pasa la levedad del tiempo y nos transforma y nos va sumando hilos del tiempo, y así ocurre exactamente en la mirada, y hay que orientarla, distinguir entre fotografiar hacia atrás (el norte, los recuerdos) o un hacia lo siguiente (el sur, lo desconocido), saber que una fotografía es algo que permanecerá, que serás tú y ya no lo serás, será un escalón, una puerta, un kilómetro: algo que siempre se deja atrás…